domingo, 22 de mayo de 2011

Colección


Una colección es una acumulación más o menos arbitraria de objetos cuyo sentido último (el de la acumulación) es el propio coleccionista. Siendo constitutiva de toda colección adulta la incompletitud, coleccionar es una tarea inconclusa desde el principio, porque pensar el fin de una colección es admitir el fin del coleccionista, mejor dicho, su cierre y su clausura.
La acción de coleccionar es la actuación del deseo irrealizable de ser completo y, a la vez, la actuación de su imposibilidad. Ningún coleccionista serio se plantea colecciones con final. No hay una última pieza para el coleccionista adulto. A lo sumo, podrá abandonar o mutar o acumular colecciones cuando éstas no le provean de mayores búsquedas y descubrimientos (de más piezas), pero nunca dejar de coleccionar, si conserva la brecha subjetiva que lo separa de sí mismo.
“Colección” se llama la muestra que el fotógrafo Gabriel Orge expone hasta el 22 de junio en La casa sin fin (Laprida 139). Son apenas cinco fotos que trabajan el concepto desde distintos enfoques, pero la que sin duda está en mejor sintonía con el que esbozamos al principio es la titulada “Miami Glam y los trofeos”.
En un salón de baile, un transformista con un ceñido traje de lentejuelas, tacos altos y maquillaje posa con un rictus violento y desagradable. A sus pies se exhibe una innumerable cantidad de trofeos de concursos de baile. Uno de los organizadores de la muestra me ofreció el dato clave para la lectura de la foto, que probablemente un espectador más astuto habría adivinado: los trofeos son reales, es decir, fueron realmente ganados en concursos de baile por él/ella.
Y quizá no haya un gesto más típicamente masculino que la conquista y la exhibición de trofeos. Hay como una afirmación masculina de la feminidad en la constelación de la foto y tal vez sea por eso que su protagonista no puede evitar ese rictus, la corporización de la brecha, como si estuviera en el medio del pasaje de un género al otro, sin llegar a aterrizar en ninguno de los dos. Mientras tanto, uno supone que seguirá vistiéndose de mujer para seguir conquistando y exhibiendo sus trofeos, bien a lo macho. Y en la medida en que la brecha persista, los seguirá coleccionando.